SEGUNDO FESTIVAL TAURINO DE PERÍN

CRONICA TAURINA
El segundo festival taurino de Perín, un festejo mixto de rejones, a pesar de estar plagado de incidentes y anécdotas, volvió a ser un éxito rotundo a nivel de organización, asistencia de público y espectáculo.
Antes de comenzar quiero hacer una mención especial a la espléndida banda de música que nos acompañó un año más durante el festejo. Abrió el evento dando una vuelta al ruedo tocando nuestro querido pasodoble perinero, lo que emocionó al numeroso público asistente
que llenó la casi totalidad del graderío, y volvió a hacerlo en varias ocasiones a lo largo del festejo.
La presidencia del evento corrió a cargo del Concejal del Ayuntamiento de Cartagena D. Nicolás Ángel Bernal. Como espectador de lujo tuvimos al diestro Dámaso González, en este caso en calidad de ganadero, ya que las reses lidiadas por "El Cuco" pertenecían a la gandería de su hija, Sonia González. El resto de animales pertenecían a la ganadería de Roque Jiménez.
El primer suceso que quiero reseñar fue la caída del cartel del rejoneador de la tierra Pedro Hernandez “El Cartagenero”, debido a la cogida sufrida el sábado 31 de julio en la localidad granadina de Benalúa de las Villas. Cuando lidiaba el cuarto astado de la tarde su caballo dio un traspié que le llevó al suelo, donde el toro lo revolcó provocándole la fractura de varios huesos del pie derecho. Fue sustituido por el riojano Sergio Domínguez, el cual no cumplió las expectativas. Abrió la tarde con un novillo falto de fuerzas y tras una desafortunada faena no obtuvo trofeo alguno. En el segundo de su lote (el cuarto de la tarde) ocurrió otra anécdota, y es que tras un espectacular salto, el morlaco accedió al callejón provocando un gran desconcierto e incluso miedo en parte de los asistentes. Cogió a un agente de la Guardia Civil y al padre del rejoneador cartagenero Agustín Solano, Pencho Solano, que tuvo que ser trasladado al hospital por una luxación de hombro. En esta ocasión Dominguez, aprovechando el mejor juego del novillo, estuvo más acertado y fue premiado con las dos orejas.
El manchego Miguel Ángel Martín fue el triunfador de la tarde, cortándole dos orejas al segundo de la tarde y dos orejas y rabo al quinto. Demostró ser un gran rejoneador, no sólo por su elevada estatura, sino por cómo domina este bello arte, colocando incluso un par de banderillas a dos manos.
El novillero de la tierra, Esteban Pérez “El Cuco”, hizo las delicias de un entusiasmado y comprensivo público que valoró el buen hacer de esta joven promesa del toreo premiándole con tres orejas y lo animó y arropó con sus vitores y aplausos cuando en el último de su lote estuvo desacertado en la suerte de matar. El de Galifa, con traje de grana y oro, brindó el primero de su lote a Paco de Juan Ramón y tras perder una zapatilla en un lanze con el primero de su lote, realizó la lídia de sus dos astados descalzo de ambos pies. Se entregó en cuerpo y alma, recibiéndolo con el capote rodilla en tierra, así como con bonitas tandas de muletazos, citando al toro desde los medios. Mató con el estoque de cruceta tras un pinchazo y una estocada, recibiendo dos merecidas orejas. El Cuco nos lleva a una nueva anécdota de las muchas acontecidas esa tarde, y es que estaba anunciado que sólo mataría un novillo, pero mató dos, y es que no eran cinco más el sobrero como se anunciaba, sino seis más uno.
El séptimo de la tarde (aunque ya era noche cerrada en el coso perinero) se intentó lidiar por colleras entre los dos caballeros rejoneadores, pero no fue posible, puesto que otro nuevo suceso aconteció y es que tras los dos primeros castigos el novillo se echó sobre el albero sangrando profusamente por los ollares y tras varios intentos infructuosos por levantarlo, se procedió a apuntillarlo, finalizando de esta inexplicable y penosa forma una nueva tarde taurina en tierras perineras.